Otelo, WikiLeaks y paredes mohosas

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Fue la septuaginta, la primera traduccion de la Biblia Hebrea al griego, la que tradujo tzaraat, la condición cuya identificación y purificación ocupan gran parte de Tazria y Metzora, como lepra dando origen a una larga tradición de identificarla como lepra.

Hoy en día, es reconocido que esa tradición es incorrecta. Primero, la condición descrita en la Torá simplemente no se ajusta a los síntomas de la lepra. Segundo, la Torá lo aplica no sólo a diversas condiciones de la piel, sino también a moho en las ropas y en las paredes de las casas, lo que descarta cualquier enfermedad conocida. El Rambam lo dice de la mejor forma:

Tzaraat es un término amplio que cubre un número de condiciones disímiles. Por lo tanto, manchas blancas en la piel de una personas es llamado tzaraat. La caída de parte de su pelo en la cabeza o en el mentón es llamado tzaraat. Un cambio de color en las ropas o en las casas es llamado tzaraat.”

Hiljot Tumat Tzaraat 16:10

Tratando de identificar la naturaleza de este fenómeno, los sabios buscaron pistas en la Torá y se encontraron con que eran fáciles de hallar. Miriam fue afectada por tzaraat por hablar mal de su hermano Moshe (Núm. 12:10). La Tora mas tarde da un enfasis especial a este evento, viendolo como una advertencia para todas las generaciones:

“Ten cuidado en lo que respecta a la plaga de tzaraat… Recuerda lo que el Señor tu Dios hizo a Miriam en el camino cuando saliste de Egipto.”

Deut. 24:8-9

En otras palabras, no era un fenómeno normal sino un castigo Divino específico para el lashón hará, la maledicencia. Los rabinos llamaron la atención acerca de la similitud verbal entre metzora, una persona afectada por la condición, y motzi shem ra, alguien culpable de difamación.

Rambam, basándose en las tradiciones rabínicas, da una explicación brillante acerca de por que el tzaraat afectaba tanto a objetos inanimados como paredes y ropas, como a seres humanos:

Este (tzaraat) era un signo y una maravilla entre los israelitas para prevenirlos contra la maledicencia. Porque si un hombre pronunciaba calumnias, las paredes de su casa sufrirían un cambio. Si se arrepentía, la casa volvía a estar limpia. Pero si continuaba en su maldad hasta que la casa fuera derribada, los objetos de cuero de su casa sobre los que se sentaba o yacía sufrirían un cambio. Si se arrepentía, volvían a estar limpios. Pero si continuaba en su maldad hasta que fueran quemados, entonces las ropas que vestía sufrían un cambio. Si se arrepintía, volverían a estar limpias. Pero si continuaba en su maldad hasta que fueran quemadas, su piel sufría un cambio y el se encontraría afectado por tzaraat y sería separado y aislado hasta que ya no se ocupe en la conversación de los malvados que es la burla y la maledicencia.

Hiljot Tumat Tzaraat 16:10

La ilustración más convincente de a que se refiere la tradición cuando habla de la gravedad de motzi shem ra, maledicencia, y lashón hará, habla malvada, es la tragedia Otelo de Shakespeare. Iago, un soldado de alto rango, siente un amargo resentimiento hacia Otelo, un general morisco en el ejército de Venecia. Otelo ha promovido a un hombre más joven, Casio, en lugar del más experimentado Iago, que está resuelto a tomar venganza. Lo hace en una campaña prolongada y despiadada, que involucra, entre otras cosas, hacer que Otelo sospeche que su esposa, Desdémona, está teniendo un amorío adúltero con Casio. Otelo le pide a Iago que mate a Casio, y el mismo mata a Desdémona, asfixiándola en su cama. Emilia, esposa de Iago y sirviente de Desdémona, descubre a su ama muerta y cuando Otelo explica por qué la ha matado, ella entiende la naturaleza de la conspiración de su esposo y la expone. Otelo, sintiendo culpa y dolor, comete suicidio, mientras que Iago es arrestado para ser torturado y posiblemente ejecutado.

Es una obra que trata completamente acerca de la maldad de la maledicencia y la sospecha, y retrata literalmente lo que los sabios dijeron en forma figurativa:

“La maledicencia mata a tres personas: el que lo dice, el que lo escucha, y acerca de quién es dicha.”

Arajim 15b

La tragedia de Shakespeare deja dolorosamente claro como la maledicencia vive en las esquinas oscuras de la sospecha. Si los demás hubieran sabido que Iago estaba hablando para generar miedo y sospechas, los hechos se habrían sabido y la tragedia hubiera sido evitada. Sea como fuere, pudo engañar a varios personajes, utilizando su debilidad emocional, desconfianza y envidia, haciendo que cada uno pensara lo peor del otro. Y termina en derramamiento de sangre y desastre.

Por la tanto la tradición judía aplica la justicia poética a uno de los pasajes bíblicos menos poéticos, las leyes de las enfermedades de la piel y el moho. El calumniador  esparce sus mentiras en privado, pero su maldad es expuesta en público. Primero las paredes de su casa proclaman su pecado, después sus objetos de cuero sobre los que se sienta, después sus ropas, y finalmente su propia piel. Es condenado a la humillación del aislamiento:

¡Impuro! ¡Impuro! Debe clamar… ya que él se encuentra impuro, debe permanecer solo y su lugar será fuera del campamento.

Lev. 13:45-46

Dijeron los rabinos: Porque sus palabras separaron al esposo de su esposa y al hermano de su hermano, su castigo es que él es separado del contacto humano y un marginado de la sociedad (Arajim 16b).

En su punto más alto, WikiLeaks pretende ser el equivalente funcional actual de metzorá: un intento de hacer públicas las cosas deshonrosas que las personas hacen y dicen en privado.

Los sabios dijeron acerca de las calumnias que son tan malas como la idolatría, el incesto y el asesinato combinados, y fue el genio de Shakespeare el que mostró en forma dramática cómo pueden contaminar las relaciones humanas, tornando a las personas una contra la otra con consecuencias trágicas.

Nunca digas o hagas en privado aquello que te avergonzaría leer en la primera plana del diario de mañana. Ese es el tema básico de la ley de tzaraat, llevada a la actualidad.

With thanks to the Schimmel Family for their generous sponsorship of Covenant & Conversation, dedicated in loving memory of Harry (Chaim) Schimmel.

“I have loved the Torah of R’ Chaim Schimmel ever since I first encountered it. It strives to be not just about truth on the surface but also its connection to a deeper truth beneath. Together with Anna, his remarkable wife of 60 years, they built a life dedicated to love of family, community, and Torah. An extraordinary couple who have moved me beyond measure by the example of their lives.” — Rabbi Sacks

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