La espiritualidad de escuchar
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La parashá en pocas palabras

Este resumen es una adaptación del ensayo principal del Rabino Sacks, disponible en www.rabbisacks.org/covenant-conversation/eikev/la-espiritualidad-de-escuchar.

La palabra hebrea shemá no se puede traducir directamente al español, ya que puede significar muchas cosas: oír, escuchar, prestar atención, comprender, internalizar, responder, obedecer. Es una de las palabras centrales del libro de Devarim, donde aparece en no menos de 92 oportunidades – más que en cualquier otro libro de la Torá. ¿Por qué? El judaísmo es una religión de escuchar. Esta es una de sus contribuciones más originales a la civilización. Otras civilizaciones creían que el conocimiento era visual. Esta idea – que conocer es ver – sigue siendo una metáfora dominante del Occidente al día de hoy. Hablamos de introspección, retrospección y de ver el futuro. Hacemos una observación. Adoptamos una perspectiva. Ilustramos. Iluminamos. Arrojamos luz sobre un tema. Cuando comprendemos algo decimos “ya lo veo.”  

El judaísmo ofrece una alternativa radicalmente distinta. Tenemos fe en un Dios que no podemos ver, un Dios que no se puede representar visualmente. El solo acto de producir una imagen grabada – un símbolo visual – era una forma de idolatría. Dios comunica con sonidos, no con imágenes. Él habla. Él ordena. Él llama. Es por eso que el acto religioso supremo es shemá. Cuando Dios habla, nosotros escuchamos. Cuando Él ordena, nosotros tratamos de obedecer.

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Esto puede parecer una diferencia menor, pero en realidad es enorme. Simplemente compara la Antigua Grecia con el Antiguo Israel. Para los griegos, la forma ideal de conocimiento involucra desconexión. Por un lado está el que mira, el sujeto, y por el otro está el que es visto, el objeto, y pertenecen a dos planos distintos. La persona que mira a un cuadro, una escultura, una obra de teatro o los juegos Olímpicos, no es en sí parte del arte, del drama o de la competencia atlética. Es espectador o espectadora, no participante.

En contraste, hablar y escuchar son formas de compromiso. Generan una relación. Podemos tener relación con Dios, aunque Él es infinito y nosotros finitos, porque estamos unidos por la palabra. En la revelación, Dios nos habla. En el rezo, nosotros le hablamos a Dios.

Los griegos nos enseñaron las formas del conocimiento que provienen de observar e inferir, principalmente en ciencia y filosofía. Pero no todo puede ser comprendido solamente por la observación o la vista. Los judíos y el judaísmo nos enseñaron que no podemos ver a Dios, pero podemos oírlo y Él a nosotros. Es a través de la palabra – hablando y escuchando – que podemos tener una relación íntima con Dios como padre, socio, soberano, El que nos ama y a quien amamos.

Escuchar yace en el corazón mismo de la relación. Significa que estamos abiertos al otro, que lo o la respetamos, que sus percepciones y sentimientos nos importan. Le damos permiso a ser francos aunque con eso resultemos más vulnerables. Un buen padre escucha a su hijo. Un buen esposo escucha a su cónyuge. Un buen empleador escucha a sus empleados. Una buena empresa escucha a sus clientes. Un buen líder escucha a su gente. Escuchar no significa estar de acuerdo, pero sí tenerlo en consideración. Escuchar es el medio en que crecen el amor y el respeto.

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En el judaísmo creemos que nuestra relación con Dios es un tutorial continuo de cómo relacionarnos con otra gente. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos escuche si no logramos escuchar a nuestra esposa, a nuestros hijos o a las personas relacionadas con nuestro trabajo? ¿Y cómo esperar encontrarnos con Dios si no hemos aprendido a escuchar? Dios le enseñó a Elijah que Él no estaba en el huracán, en el terremoto ni en el fuego sino en el kol demamá daká, la “suave, pequeña voz” que yo defino como la voz que sólo se puede oír si uno estáescuchando.

Las multitudes son movidas por grandes oradores pero las vidas se transforman por grandes escuchadores. Ya sea entre nosotros y Dios o entre nosotros y otras personas, el escuchar es el preludio al amor.


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  1. ¿Qué pueden lograr las palabras que las imágenes no pueden?
  2. ¿En qué forma son las palabras centrales en nuestra relación con Dios?
  3. ¿Cómo el escuchar lleva al amor?

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UNA HISTORIA PARA SHABAT

Un arte perdido

Por Rabino Jay Goldmintz

Cuenta una historia acerca de un hombre llamado Richard Bass que era un famoso magnate del petróleo, aventurero y desarrollador. Se lo conoce por su mayor logro de ser la primera persona en escalar la montaña más alta de cada uno de los siete continentes.

Bass estaba en un vuelo en el que se puso a conversar con la persona sentada en el asiento vecino. Bass, un hombre conocido por ser extrovertido y conversador, procedió a compartir sus varias aventuras, ¡por las siguientes tres horas del vuelo! Le contó al extraño acerca de su escalada del monto McKinley, ahora llamado oficialmente Denali, en Alaska. Compartió historias de sus experiencias más peligrosas en los Himalaya, su ascensión al monte Kilimanjaro en África, su plan de volver a escalar el monte Everest, y muchas otras historias acerca de sus otras escaladas y viajes peligrosos pero exitantes.

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Cuando el avión comenzó a descender a su destino final, de repente Bass dejó de hablar. “Me acabo de dar cuenta”, exclamó, “que estuve hablando acerca de mí todo el viaje y no te he preguntado nada acerca de tí, ¡ni siquiera tu nombre!”

“Oh, está bien.” respondió su compañero, “Soy Neil Armstrong.” Él fue la primera persona en caminar en la luna.

Preciera que, hoy más que nunca, el tipo de escucha que el Rabino Sacks nos alienta a hacer, es un arte perdida. Piensa cuantas veces en una conversación las personas se interrumpen una a la otra, con la intención no de responder a lo que la otra persona dijo, sino a compartir su propia reacción o experiencia. Muchas veces somos mejores hablando que escuchando. Y escuchar es un musculo que necesita ser fortalecido y ejercitado. Sin alguien que sepa escuchar, uno sólo puede hablar consigo mismo.

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El Rabino Dr. Jay Goldmintz es autor del Sidur Ani Tefila de la editorial Koren. Da clases en Maayanot Yeshiva High School para niñas en Nueva Jersey.

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UNA MIRADA MÁS CERCANA

El Rabino Goldmintz comparte alguna de las ideas profundas que aprendió del Rabino Sacks.

¿En qué forma podemos poner el práctica en la vida real el mensaje Rabino Sacks acerca de escuchar/rezar?

¿Dios responde a nuestras plegarias? La respuesta es sí. Pero una cosa es cierta: Dios escucha nuestras plegarias, y al escucharlas, al oírlas, transforma nuestra plegarias de nosotros hablando con nosotros mismos en una verdadera conversación con Dios. ¿Alguna vez hablaste con alguien por teléfono y por alguna razón técnica no podías oír su voz? Aun así, continuas hablando, y siendo escuchado. Eso también es una conversación.

Por nuestro lado, podemos escuchar durante la plegaria de dos maneras. Despues de rezar, si escuchamos atentamente a las cosas que nos suceden, a los pensamientos que se nos ocurren, a veces podemos escuchar la respuesta de Dios a nuestras plegarias. Alternativamente, si nos sentamos en silencio por un momento antes de rezar, y escuchamos a nuestros propios pensamientos, a veces podemos escuchar a Dios llamandonos por nuestro nombre, invitandonos a conversar con El. De cualquier manera, todo se trata de escuchar. Como escribio el Rabino Sacks, “hay algo profundamente espiritual es escuchar. Escuchar yace en el corazon de las relaciones.” Esto aplica a escuchar atentamente a un amigo cuando te necesita, escuchar a un padre o maestro que requiere tu atencion, y tambien a Dios, quien quiere que escuchamos, tanto como nosotros queremos escucharlo a El.

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¿Puedes compartir algo que aprendiste del propio Rabino Sacks? 

En la introducción que el amablemente escribió a mi comentario acerca del Sidur, el Rabino Sacks mencionó, como lo hacía muchas veces, que “la plegaria es importante. Cambia el mundo porque nos cambia a nosotros.” Nos cambia porque nos obliga a escuchar , a Dios, a nuestro verdadero ser, a lo que se espera de nosotros y lo que esperamos de nosotros mismos. CUando hago eso, entonces cuando termino mi plegaria soy una persona diferente, capaz de vivir hoy en una forma totalmente diferente a la que viví el día anterior.


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Trivia de Torá

P: ¿Usaron zapatos los Hijos de Israel en el desierto?

Adaptado de Tora IQ de David Woolf, una colección de 1500 acertijos sobre la Torá, disponible en todo el mundo en Amazon.

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Complemento educativo

Trivia de Torá: la respuesta de esta semana

R: Si respondiste si o no, ¡estás en lo cierto! El pasuk en Devarim 8:4 dice que “las ropas que usaste no se gastaron, ni se hincharon tus pies en estos cuarenta años.” Y hay otro pasuk en Ki TAvó, en el que el mensaje de Dios es “te guié a través del desierto por cuarenta años, las ropas en tu espalda no se gastaron, ni lo hicieron las sandalias en tus pies” (Devarim 29:4). El segundo pasuk indica que usaron sandalias (¡y no necesitaron nuevas por cuarenta años!)

Sin embargo, Rashi comenta en el primer pasuk que el pueblo estaba caminado descalzo, y el milagro es que a pesar de todas sus travesías los pies desnudos no se hincharon al caminar por la arena caliente.

¿Cómo podemos clarificar estas sentencias aparentemente contradictorias? El Sifre Jajamim a Devarim 8:4 sugiere que los judíos que dejaron Egipto usaban zapatos, que no se gastaron. Pero aquellos que nacieron durante los cuarenta años no usaron – o necesitaron – zapatos. Esto explica el comentario de Rashi acerca de los pies descalzos. Algunos usaron zapatos, y otros nunca los usaron.


Covenant & Conversation Family Edition

Written as an accompaniment to Rabbi Sacks’ weekly Covenant & Conversation essay, the Family Edition is aimed at connecting teenagers with his ideas and thoughts on the parsha.

With thanks to the Schimmel Family for their generous sponsorship of Covenant & Conversation, dedicated in loving memory of Harry (Chaim) Schimmel.

“I have loved the Torah of R’ Chaim Schimmel ever since I first encountered it. It strives to be not just about truth on the surface but also its connection to a deeper truth beneath. Together with Anna, his remarkable wife of 60 years, they built a life dedicated to love of family, community, and Torah. An extraordinary couple who have moved me beyond measure by the example of their lives.” — Rabbi Sacks

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