Esta es una de las historias más grandes de todos los tiempos, y Moshé la previó tres mil años antes de que ocurriera. Este es él hablando en la parashá de esta semana:
Vean, les he enseñado a ustedes decretos y leyes que el Señor mi Dios ha ordenado, para que ustedes puedan seguirlos en la tierra a la que están por entrar y poseer. Preocúpense por cuidarlos, ya que esta será vuestra sabiduría y entendimiento a los ojos de la naciones, que escucharán acerca de todos estos decretos y dirán “¡Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio y con entendimiento!” ¿Qué otra nación tiene decretos y leyes tan justos como esta Torá que hoy presento ante ustedes?
Moshé creía que llegaría un tiempo en el que la idea de una nación fundada en un pacto con Dios inspiraría a otras naciones con su visión de una sociedad basada no en una jerarquía de poder sino en que todos poseen la misma dignidad bajo la soberanía y a imagen de Dios, y en el gobierno de la justicia y la compasión. “Las naciones” apreciarían la sabiduría de la Torá y sus “justos decretos y leyes”. Sucedió. Como he argumentado repetidas veces, vemos esto claramente en la cultura y el lenguaje políticos de los Estados Unidos.
Hasta el día de hoy la política norteamericana está basada en la idea bíblica del pacto. Los presidentes norteamericanos prácticamente siempre invocan esta idea en su Discurso Inaugural en un lenguaje que basa su cadencia y sus conceptos en el libro de Devarim. Entonces, por ejemplo, en 1985 Ronald Reagan habló de Norteamérica como “un pueblo bajo Dios, dedicado al sueño de la libertad que Él puso en el corazón humano, llamado a transmitir ese sueño a un mundo expectante y pleno de esperanza.”
En su Discurso Inaugural, George Bush rezó:
“Existe sólo un uso del poder, y es servir al pueblo. Ayúdanos a recordarlo, Señor. Amén.”
En 1997, Bill Clinton dijo:
“La promesa que buscamos en un nueva tierra la encontraremos nuevamente en una tierra de nuevas promesas.
En 2001, George W. Bush dijo:
“Estamos guiados por un poder más grande que nosotros mismos que nos crea como iguales en Su imagen.”
En 2005, al comenzar su segundo periodo como presidente declaró:
“Desde el día de nuestra fundación, hemos proclamado que cada hombre y mujer en esta tierra tiene derechos, y dignidad, y un valor sin igual, porque llevan la imagen del Creador del Cielo y la tierra.”
En 2009, Barak Obama finalizó su discurso con estas palabras:
“Que sea dicho por los hijos de nuestros hijos que cuando fuimos puestos a prueba nos rehusamos a permitir que esta travesía llegue a su fin, que no regresamos ni que flaqueamos, y con los ojos fijados en el horizonte y con la gracia de Dios sobre nosotros, llevamos adelante el gran presente de la libertad y lo entregamos seguro a las generaciones futuras.”
Este es un lenguaje explícitamente religioso, sin paralelo en cualquier otra sociedad democrática en el mundo, y se lee como un Midrash acerca de Deuteronomio.
¿Cómo sucedió? Comenzó con la invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg en Mainz en 1439, seguido en Inglaterra en 1476 por William Caxton. Los libros se volvieron menos caros y más accesibles. La alfabetización se extendió. Entonces en 1517 llegó la Reforma, con su énfasis en el individuo en lugar de en la Iglesia, y en sola Scriptura, la autoridad de “la Escritura solamente.”
Después vino la traducción de la Biblia a la lengua vernácula. Tendemos a olvidarnos que la Biblia Hebreo es un trabajo subversivo. No es un libro que predica sumisión. Habla de profetas que no temen desafiar a dioses, y de Saul que perdió su trono porque desobedeció la palabra de Dios. Entonces las autoridades tenían buenas razones para que la Biblia no estuviera disponible en un lenguaje que el pueblo pudiera comprender. Traducirla al lenguaje vernáculo está prohibido en el siglo dieciséis. En 1530 aparece la gran traducción Tyndale. Tyndale pagó por esto con su vida: fue arrestado, encontrado culpable de herejía, estrangulado y quemado en la hoguera en 1536.
Sin embargo, como han descubierto las tiranías contemporáneas, es difícil detener la propagación de la información que las nuevas tecnologías hacen posible. Las Biblias inglesas continuaron siendo impresas y vendidas en grandes cantidades, más notablemente la traducción de Génova de 1560 que fue leída por Shakespeare, Cromwell, Milton y John Donne, y por los primeros colonos ingleses de América.
La Biblia de Génova contenía comentarios en los márgenes. Sus comentarios eran breves pero a veces explosivos. Esto se aplica particularmente a la historia de las parteras hebreas, Shifra y Pua (Éxodo, capítulo 1) – la primera instancia de desobediencia civil de la que se tiene registros, la negativa a obedecer una orden inmoral. El Faraón les había ordenado matar a todo niño israelita varón, pero ellas no lo hicieron. Comentando acerca de esto, la Bíblia de Génova dice “su desobediencia en esta forma fue legítima.” Cuando el Faraón a continuación ordena a los egipcios a ahogar a los niños israelitas varones, la Bíblia de Génova comenta: “Cuando los tiranos no pueden prevalecer mediante engaños, explotan en ira abiertamente.” Esto era nada menos que una justificación para rebelarse contra un rey tiránico e injusto.
Las Biblias de Tyndale y Génova llevaron a un grupo de pensadores, conocidos como los cristianos hebraístas, de quienes su más famoso exponente – que ha sido llamado el Gran Rabino del Renacimiento de Inglaterra – fue John Selden (1584 – 1654). Selden y sus contemporáneos no solo estudiaban Tanaj, también Talmud de Babilonia, especialmente el tratado de Sanedrín, y Mishné Torá de Maimónides, y aplicaban principios judaicos a la política de sus días.
Su trabajo ha sido descrito en un estudio reciente, La república hebrea, escrito por el filósofo político de Harvard Eric Nelson. Nelson argumenta que la Biblia Hebrea influenció la política europea y norteamericana en tres formas:
Primero, los cristianos hebraístas tendían a ser republicanos en lugar de realistas. Tomaron la visión – sostenida en el judaísmo por Abarbanel – que el nombramiento de un rey en Israel en los días de Shmuel era un pecado (tolerado) más que la realización de una miztvá.
Segundo, colocaron en el corazón de su política la idea de que una de las tareas del gobierno es redistribuir la riqueza de los ricos a los pobres, una idea desconocida a la ley romana.
Tercero, usaron la Biblia Hebrea – especialmente la separación de poderes entre el rey y el Sumo Sacerdote – para argumentar el principio de tolerancia religiosa.
Fue el encuentro histórico entre cristianos y la Biblia Hebrea en el siglo diecisiete lo que derivó en el nacimiento de la libertad tanto en Inglaterra como en América. Los calvinistas y puritanos que lideraron las revoluciones inglesa y americana estaban embebidos en la política de la Biblia Hebrea, especialmente el libro de Devarim.
De hecho, el mundo moderno ofrece lo más cercano a un experimento controlado sobre la libertad que la historia puede ofrecer. De las cuatro revoluciones que marcaron la modernidad, dos, la inglesa (1640s) y la norteamericana (1776), estaban basadas en la Bíblia Hebrea, y dos, la francesa y la rusa, estaban basadas en filosofía secular, Rousseau y Marx respectivamente. Las primeras dos llevaron libertad. Las otras dos terminaron en la supresión de la libertad: en Francia el Reino de Terror (1793-94), en Rusia en la forma de comunismo estalinista.
Apreciando la contribución de la Biblia Hebrea a la libertad, John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos, escribió:
“Insistiré que los hebreos han hecho más por civilizar a los hombres que cualquier otra nación. Si fuera ateo, y creyera en el destino eterno y ciego, aún creería que el destino ha ordenado a los judíos ser el instrumento escencial para civilizar a las naciones.”
Carta de John Adams a François Adriaan van der Kemp, 16 de febrero de 1809
La ironía es, ciertamente, que no hay nada como esto en el discurso político del estado de Israel contemporáneo. La política de Israel es secular en su lenguaje y sus ideas. Sus fundadores fueron motivados por altos ideales, pero le deben más a Marx, Tolstoi o Nietzsche que a Moshé. Mientras tanto, la religión en Israel sigue siendo sectaria en lugar de ayudar a construir la sociedad.
Ciertamente, existen aquellos que entienden completamente la significancia de Sefer Devarim y la política del pacto para el Estado actual. El pionero es el fallecido Profesor Daniel Elazar, quien dedicó su vida a revitalizar la teoría política judaica. Su trabajo continúa hoy, entre otros, por los estudiosos del Centro Shalem.
La significancia de esto no puede ser enfatizada lo suficiente. Cuando en el pasado los judíos perdieron su visión religiosa, o su religión se volvió una fuerza divisoria en lugar de unificadora, eventualmente perdieron también su soberanía. En cuatro mil años de historia nunca ha habido, en Israel o fuera de ella, una supervivencia judía secular sostenida.
Cuan irónico es que la cultura política de los Estados Unidos sea más judaica que la del estado judío. Pero Moshé advirtió que sería así. Cuida las leyes de la Torá cuidadosamente, dijo Moshé, “ya que esta es tu sabiduría y entendimiento a los ojos de las naciones.” Moshé sabía que los gentiles verían lo que los judíos a veces no pueden ver: la sabiduría de la ley de Dios cuando se trata de sostener una sociedad libre.
La política israelí necesita recuperar la visión de justicia social, compasión, dignidad humana y amor al extranjero, establecido por Moshé, y nunca superado en todos los siglos desde entonces. justice, compassion, human dignity and love of the stranger, set forth by Moses and never, in all the intervening centuries, surpassed.
¿Cómo creía Moshé que las leyes de la Torá impactarían en la forma en que otras naciones veían a los israelitas?
¿En qué forma crees que la Biblia Hebrea influenció las ideas de los primeros colonos norteamericanos?
¿Por qué crees que es importante que la política israelí se reconecte con los principios de la Torá?
La idea que cambió el mundo
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Esta es una de las historias más grandes de todos los tiempos, y Moshé la previó tres mil años antes de que ocurriera. Este es él hablando en la parashá de esta semana:
Moshé creía que llegaría un tiempo en el que la idea de una nación fundada en un pacto con Dios inspiraría a otras naciones con su visión de una sociedad basada no en una jerarquía de poder sino en que todos poseen la misma dignidad bajo la soberanía y a imagen de Dios, y en el gobierno de la justicia y la compasión. “Las naciones” apreciarían la sabiduría de la Torá y sus “justos decretos y leyes”. Sucedió. Como he argumentado repetidas veces, vemos esto claramente en la cultura y el lenguaje políticos de los Estados Unidos.
Hasta el día de hoy la política norteamericana está basada en la idea bíblica del pacto. Los presidentes norteamericanos prácticamente siempre invocan esta idea en su Discurso Inaugural en un lenguaje que basa su cadencia y sus conceptos en el libro de Devarim. Entonces, por ejemplo, en 1985 Ronald Reagan habló de Norteamérica como “un pueblo bajo Dios, dedicado al sueño de la libertad que Él puso en el corazón humano, llamado a transmitir ese sueño a un mundo expectante y pleno de esperanza.”
En su Discurso Inaugural, George Bush rezó:
En 1997, Bill Clinton dijo:
En 2001, George W. Bush dijo:
En 2005, al comenzar su segundo periodo como presidente declaró:
En 2009, Barak Obama finalizó su discurso con estas palabras:
Este es un lenguaje explícitamente religioso, sin paralelo en cualquier otra sociedad democrática en el mundo, y se lee como un Midrash acerca de Deuteronomio.
¿Cómo sucedió? Comenzó con la invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg en Mainz en 1439, seguido en Inglaterra en 1476 por William Caxton. Los libros se volvieron menos caros y más accesibles. La alfabetización se extendió. Entonces en 1517 llegó la Reforma, con su énfasis en el individuo en lugar de en la Iglesia, y en sola Scriptura, la autoridad de “la Escritura solamente.”
Después vino la traducción de la Biblia a la lengua vernácula. Tendemos a olvidarnos que la Biblia Hebreo es un trabajo subversivo. No es un libro que predica sumisión. Habla de profetas que no temen desafiar a dioses, y de Saul que perdió su trono porque desobedeció la palabra de Dios. Entonces las autoridades tenían buenas razones para que la Biblia no estuviera disponible en un lenguaje que el pueblo pudiera comprender. Traducirla al lenguaje vernáculo está prohibido en el siglo dieciséis. En 1530 aparece la gran traducción Tyndale. Tyndale pagó por esto con su vida: fue arrestado, encontrado culpable de herejía, estrangulado y quemado en la hoguera en 1536.
Sin embargo, como han descubierto las tiranías contemporáneas, es difícil detener la propagación de la información que las nuevas tecnologías hacen posible. Las Biblias inglesas continuaron siendo impresas y vendidas en grandes cantidades, más notablemente la traducción de Génova de 1560 que fue leída por Shakespeare, Cromwell, Milton y John Donne, y por los primeros colonos ingleses de América.
La Biblia de Génova contenía comentarios en los márgenes. Sus comentarios eran breves pero a veces explosivos. Esto se aplica particularmente a la historia de las parteras hebreas, Shifra y Pua (Éxodo, capítulo 1) – la primera instancia de desobediencia civil de la que se tiene registros, la negativa a obedecer una orden inmoral. El Faraón les había ordenado matar a todo niño israelita varón, pero ellas no lo hicieron. Comentando acerca de esto, la Bíblia de Génova dice “su desobediencia en esta forma fue legítima.” Cuando el Faraón a continuación ordena a los egipcios a ahogar a los niños israelitas varones, la Bíblia de Génova comenta: “Cuando los tiranos no pueden prevalecer mediante engaños, explotan en ira abiertamente.” Esto era nada menos que una justificación para rebelarse contra un rey tiránico e injusto.
Las Biblias de Tyndale y Génova llevaron a un grupo de pensadores, conocidos como los cristianos hebraístas, de quienes su más famoso exponente – que ha sido llamado el Gran Rabino del Renacimiento de Inglaterra – fue John Selden (1584 – 1654). Selden y sus contemporáneos no solo estudiaban Tanaj, también Talmud de Babilonia, especialmente el tratado de Sanedrín, y Mishné Torá de Maimónides, y aplicaban principios judaicos a la política de sus días.
Su trabajo ha sido descrito en un estudio reciente, La república hebrea, escrito por el filósofo político de Harvard Eric Nelson. Nelson argumenta que la Biblia Hebrea influenció la política europea y norteamericana en tres formas:
Primero, los cristianos hebraístas tendían a ser republicanos en lugar de realistas. Tomaron la visión – sostenida en el judaísmo por Abarbanel – que el nombramiento de un rey en Israel en los días de Shmuel era un pecado (tolerado) más que la realización de una miztvá.
Segundo, colocaron en el corazón de su política la idea de que una de las tareas del gobierno es redistribuir la riqueza de los ricos a los pobres, una idea desconocida a la ley romana.
Tercero, usaron la Biblia Hebrea – especialmente la separación de poderes entre el rey y el Sumo Sacerdote – para argumentar el principio de tolerancia religiosa.
Fue el encuentro histórico entre cristianos y la Biblia Hebrea en el siglo diecisiete lo que derivó en el nacimiento de la libertad tanto en Inglaterra como en América. Los calvinistas y puritanos que lideraron las revoluciones inglesa y americana estaban embebidos en la política de la Biblia Hebrea, especialmente el libro de Devarim.
De hecho, el mundo moderno ofrece lo más cercano a un experimento controlado sobre la libertad que la historia puede ofrecer. De las cuatro revoluciones que marcaron la modernidad, dos, la inglesa (1640s) y la norteamericana (1776), estaban basadas en la Bíblia Hebrea, y dos, la francesa y la rusa, estaban basadas en filosofía secular, Rousseau y Marx respectivamente. Las primeras dos llevaron libertad. Las otras dos terminaron en la supresión de la libertad: en Francia el Reino de Terror (1793-94), en Rusia en la forma de comunismo estalinista.
Apreciando la contribución de la Biblia Hebrea a la libertad, John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos, escribió:
La ironía es, ciertamente, que no hay nada como esto en el discurso político del estado de Israel contemporáneo. La política de Israel es secular en su lenguaje y sus ideas. Sus fundadores fueron motivados por altos ideales, pero le deben más a Marx, Tolstoi o Nietzsche que a Moshé. Mientras tanto, la religión en Israel sigue siendo sectaria en lugar de ayudar a construir la sociedad.
Ciertamente, existen aquellos que entienden completamente la significancia de Sefer Devarim y la política del pacto para el Estado actual. El pionero es el fallecido Profesor Daniel Elazar, quien dedicó su vida a revitalizar la teoría política judaica. Su trabajo continúa hoy, entre otros, por los estudiosos del Centro Shalem.
La significancia de esto no puede ser enfatizada lo suficiente. Cuando en el pasado los judíos perdieron su visión religiosa, o su religión se volvió una fuerza divisoria en lugar de unificadora, eventualmente perdieron también su soberanía. En cuatro mil años de historia nunca ha habido, en Israel o fuera de ella, una supervivencia judía secular sostenida.
Cuan irónico es que la cultura política de los Estados Unidos sea más judaica que la del estado judío. Pero Moshé advirtió que sería así. Cuida las leyes de la Torá cuidadosamente, dijo Moshé, “ya que esta es tu sabiduría y entendimiento a los ojos de las naciones.” Moshé sabía que los gentiles verían lo que los judíos a veces no pueden ver: la sabiduría de la ley de Dios cuando se trata de sostener una sociedad libre.
La política israelí necesita recuperar la visión de justicia social, compasión, dignidad humana y amor al extranjero, establecido por Moshé, y nunca superado en todos los siglos desde entonces. justice, compassion, human dignity and love of the stranger, set forth by Moses and never, in all the intervening centuries, surpassed.
El libro del pacto
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