La estética en el judaísmo

kohen gadol breastplate Temple

¿Por qué la Torá es tan específica y enfática, en la parashá de esta semana, acerca de las vestimentas que debían vestir el Cohen y el Cohen Gadol?

“Estas son las vestimentas que deben hacer: una pechera, un efod (pechera), una bata, una túnica tejida, un turbante, y una faja. Hazlas como vestimentas sagradas para Aarón y sus hijos para que puedan ser sacerdotes para Mí.”

Éx. 28:4

En general, el judaísmo es escéptico acerca de las apariencias. Saúl, el primer rey de Israel, tenía la apariencia de un rey. Era “una cabeza y un hombro” más alto que cualquier otra persona (Sam. I 9:2). Sin embargo, a pesar de que era físicamente alto, era moralmente bajo. Seguía las personas en lugar de liderarlas. Cuando Dios le dijo a Samuel que Él había rechazado a Saúl, y que Samuel debía ungir a un hijo de Ishai como rey, Samuel fue a la casa de Ishai y vio que uno de sus hijos, Eliav, parecía estar a la altura. Samuel pensó que ese era el elegido por Dios. Dios, sin embargo, le dije que está equivocado:

Pero el Señor dijo a Samuel: “No consideres su apariencia o su altura, ya que Yo lo he rechazado. El Señor no ve lo que las personas ven. Las personas ven las apariencias externas, pero el Señor ve los corazones.”

Sam. I 16:7

Las apariencias engañan. De hecho, como he mencionado antes en estos ensayos, la palabra hebrea para vestimenta, begued, proviene de la misma raíz hebrea que “traicionar” – como en la confesión ‘Ashamnu bagadnu’, ‘Somos culpables, hemos traicionado’. Yaakov usa las vestimentas de Esav para engañar. Los hermanos de Yosef hacen algo similar con su túnica ensangrentada. Hay seis ejemplos como estos solamente en el libro de Génesis. Entonces, ¿por qué Dios comandó a los kohanim vestir ropas distintivas como parte del servicio en el Tabernáculo y más tarde en el Templo?

La respuesta yace en la frase de dos palabras que aparece dos veces en nuestra Parashá, que definen lo que las vestimentas sacerdotales debían representar: le kavod ule tiferet, ‘para dignidad (u honor) y belleza’. Estas son palabras inusuales en la Torá, al menos en el contexto humano. La palabra tiferet – belleza o gloria – aparece solo tres veces en la Torá, dos veces en nuestra parashá (Éx. 28:2. Éx. 28:40) y una, en forma poética y con un sentido algo diferente, en Deuteronomio 26:19.

La palabra kavod, ‘dignidad’ u ‘honor’, aparece dieciséis veces, pero en catorce (2x7) de estos casos se refiere a la gloria de Dios. Las dos veces que aparece en nuestra Parashá son las únicas ocasiones en que kavod se aplica a un ser humano. ¿Qué está sucediendo aquí?

La respuesta es que se refieren a la dimensión estética. Esto no siempre tiene un rol principal en el judaísmo. Es algo que conectamos naturalmente con culturas que están en un mundo aparte de la Torá. Los grandes imperios – Mesopotamia, Egipto, Asiria, Babilonia, Grecia y Roma – construyeron palacios y templos monumentales. Las cortes reales estaban marcadas por túnica, capas, coronas e insignias magnificentes, cada rango con su propio uniforme y gala. En contraste, el judaísmo frecuentemente parece casi puritano en su elusión de pompa y demostración. Adorando al Dios invisible, el judaísmo tiende a devaluar lo visual en favor de lo oral y lo auditivo: palabras escuchadas más que apariencias vistas.

Sin embargo el servicio del Tabernáculo y el Templo eran diferentes. Aquí las apariencias – dignidad, belleza – hacían una diferencia. ¿Por qué? Maimónides da la siguiente explicación:

Para exaltar el Templo, aquellos que servían allí recibían grandes honores, y los sacerdotes y levitas eran distinguidos de los demás. Fue ordenado que los sacerdotes debían vestirse adecuadamente con las ropas más espléndidas y finas, “vestimentas sagradas para gloria y belleza”... ya que la muchedumbre no estima a un hombre por su verdadera forma sino por … la belleza de sus vestimentas, y el Templo debía ser reverenciado por todos.

Guía de los Perplejos, III:45

La explicación es clara, pero hay también una nota de desdén. Maimónides parece estar diciendo que para aquellos que realmente comprenden la naturaleza de la vida religiosa, las apariencias no deberían ser importantes, pero “la muchedumbre”, las masas, la mayoría, no son así. Son impresionados por el espectáculo, la grandiosidad visible, el brillo del oro, las joyas de la pechera, el rico esplendor de la escarlata y la púrpura y la pureza prístina de las túnicas blancas de lino.

En su libro The Body of Faith (1983), Michael Wyschogrod defiende la dimensión estética del judaísmo. A través de la historia, argumenta, el arte y el culto han estado íntimamente conectados, y el judaísmo no es la excepción.

“La arquitectura del Templo y sus contenidos demandan un pensamiento espacial que estimula las artes visuales en una forma en que ninguna otra cosa lo hace. Debe recordarse que entre los artefactos que las civilizaciones pasadas han dejado, aquellos utilizados con fines rituales son casi siempre los más elaborados y estéticamente los más significativos.”

Wyschogrod sostiene que el judaísmo post bíblico no hizo, en general, grandes aportes al arte y la música. Incluso hoy, el mundo de la judería religiosa está alejado del mundo de los grandes escritores, pintores y dramaturgos. Ciertamente, hay una riqueza de música religiosa popular. Pero en general, dice, “nuestros artistas tienden a dejar la comunidad judía.” Esto, cree, representa una crisis espiritual.

“La imaginación del poeta es una reflexión de su vida espiritual. Mito y metáfora son la moneda tanto de la religión como la poesía. La poesía es uno de los dominios más poderosos en el que la expresión religiosa tiene lugar. Y lo mismo es cierto para la música, el drama, la pintura y la danza.”

El Rabino Abraham Kook tenía esperanzas de que el regreso a Sión estimulara el renacimiento del arte judío, y hay un lugar significativo para la belleza en la vida religiosa, especialmente en la avodá – el servicio – que alguna vez significó sacrificios y hoy significa plegarias.

Una gran cantidad de investigaciones recientes en neurociencias, psicología evolutiva, y economía del comportamiento han establecido más allá de toda duda que no somos, principalmente, animales racionales. Esto no significa que somos incapaces de razonar, pero que la razón por sí sola no nos mueve a la acción. Para eso, necesitamos la emoción – y la emoción va más profundo que la corteza prefrontal, el centro de la reflexión consciente en el cerebro. Es allí donde la estimulación visual juega un papel clave. El arte le habla a la emoción. Nos mueve en formas que son más profundas que las palabras.

Es por eso que las grandes obras de arte tienen una espiritualidad que no puede expresarse de otra forma que sea a través del arte – y eso aplica a la belleza visual y el esplendor del servicio en el Tabernáculo y el Templo, incluídas las túnicas y fajas de los sacerdotes. Hay un poema en la repetición de Musaf en Iom Kipur que expresa esto a la perfección. Es acerca de Marei Kohen, la aparición del Sumo Sacerdote cuando concluía el servicio y emergía del Santo Sanctorum:

Como la luminosidad de la bóveda del cielo,

Como un rayo brillando desde el esplendor de los ángeles,

Como el azul celestial en el hilo de los flecos,

Como la iridiscencia del arcoiris en medio de las nubes,

Como la majestuosidad con la cual la Roca ha investido a Sus criaturas,

Como una rosa plantada en un jardín de deleite,

Como un diadema engarzada en la frente del Rey,

Como el reflejo del amor en la mirada de un novio,

Como el halo de pureza de una mitra de pureza,

Como uno que permanece en secreto, suplicando al Rey,

Como la estrella de la mañana brillando en los límites del este –

Era la aparición del (Sumo) Sacerdote.

Y ahora podemos definir la naturaleza de la estética en el judaísmo. Es un arte dedicado a la gloria de Dios. Esa es la implicancia del hecho de que la palabra kavod, “gloria”, es atribuida en la Torá sólo a Dios – y al Kohen que oficia en la casa de Dios.

El judaísmo no cree en el arte por el arte mismo, sino en el arte en el servicio a Dios, retornando a Dios como una ofrenda votiva una porción de la belleza que Él ha hecho en este mundo creado. Bajo el riesgo de una simplificación excesiva, uno podría expresar la diferencia entre el Israel antiguo y la Grecia antigua de la siguiente manera: donde los griegos creían en la santidad de la belleza, los judíos creían en hadrat kodesh, la belleza de la santidad. Hay lugar para la estética en la avodá. En las palabras de la Canción en el Mar: “ze Keli ve-aniehu,” “este es mi Dios y lo embelleceré.” Ya que la belleza inspira amor, y del amor fluye el servicio del corazón.


questions spanish table 5783 preguntas paea la mesa de shabat
  1. ¿En qué forma el significado dual de “begued” (vestimenta/traición) profundiza nuestro entendimiento del rol de las vestimentas tanto en el engaño como en la santidad?
  2. ¿Qué paralelos podemos hacer entre la estética del Mishkán y la práctica religiosa actual?
  3. ¿En qué otros lugares del Tanaj las vestimentas sirven como símbolo de conexión o transformación espiritual?

More on Tetzavé

Liderazgo significa crear espacio

Tetzavé, como bien se sabe, es la parashá en la que por una vez Moshé toma el segundo lugar. De hecho, no se lo menciona…