El lento fin de la esclavitud

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En Parashat Mishpatim somos testigos de una de las grandes características de estilo en la Torá, es decir su transición de narrativa a ley. Hasta ahora, el libro de Éxodo ha sido principalmente narrativa: la historia de la esclavitud de los israelitas y su travesía hacia la libertad. Ahora comienza la legislación detallada, la “constitución de la libertad.”

Esto no es accidental sino esencial. En el judaísmo, la ley nace de la experiencia histórica del pueblo. Egipto fue la escuela del alma del pueblo judío, la memoria fue su seminario continuo en el arte de la libertad. Les enseñó qué se siente estar en el lado incorrecto del poder. “Sabes lo que se siente ser extrajero,” dice una resonante frase en la parashá de esta semana (Éx. 23:9). Los judíos fueron un pueblo al que le fue ordenado nunca olvidar el sabor amargo de la esclavitud para que nunca den la libertad por sentada. Aquellos que lo hacen, eventualmente la pierden.

En ningún otro lugar esto es más claro que en la apertura de la parashá de hoy. Hemos leído acerca de la experiencia histórica de la esclavitud por parte de los israelitas. Entonces la legislación social de Mishpatim comienza con la esclavitud. Lo que es fascinante no es solo lo que dice, sino también lo que no dice.

No dice: prohiban la esclavitud. Ciertamente debería haberlo hecho. ¿No es ese todo el objetivo de la historia hasta ahora? Los hermanos de Yosef lo venden como esclavo. Él, como el virrey egipcio Tzofenat Paneaj, los amenaza con esclavitud. Generaciones más tarde, cuando asume el poder un Faraón que “no conoció a Yosef,” todos los israelitas se vuelven esclavos. La esclavitud, como la venganza, es un círculo vicioso que no tiene un fin natural. ¿Por qué no darle un fin sobrenatural? ¿Por qué Dios no dijo: “Que no haya más esclavitud”?

La Torá ya nos dio una respuesta implícita. El cambio es posible en la naturaleza humana, pero toma tiempo: tiempo en una escala vasta, siglos, incluso milenios. No cabe duda de que en los términos del sistema de valores de la Torá el ejercicio del poder de una persona sobre otra, sin su consentimiento, es un ataque fundamental a la dignidad humana. Esto no sólo se aplica a la relación entre amo y esclavo. Es aplicable, según muchos comentaristas judíos clásicos, a la relación entre un rey y sus súbditos, gobernantes y gobernados. De acuerdo a los sabios es incluso aplicable a la relación de Dios con los seres humanos. El Talmud dice que si Dios realmente coercionó al pueblo judío a aceptar la Torá “suspendiendo la montaña sobre sus cabezas” (Shabat 88a) eso constituiría una objeción a los propios términos del pacto. Somos los avadim, siervos, de Dios sólo porque nuestros ancestros eligieron serlo libremente (Ver Yehoshúa 24, donde Yehoshúa ofrece al pueblo la libertad, si así lo desean, de alejarse del pacto ese momento).

Entonces la esclavitud debe ser abolida, pero es un principio fundamental de la relacion de Dios con nosotros que Él no nos fuerza a cambiar más rápido de lo que es posible por nuestra propia decisión. Entonces Mishpatim no prohibe la esclavitud, sino que pone en movimiento una seria de leyes fundamentales que llevarán al pueblo, a su propio ritmo, a abolirla por decisión propia. He aquí las leyes:

“Si compras un siervo hebreo, te deberá servir por seis años. Pero en el séptimo año deberá ser liberado, sin que deba pagar… Pero si el siervo declara: ‘Amo a mi maestro y mi esposa e hijos no quieren ser liberados’, entonces su amo debe llevarlo ante los jueces. Debe llevarlo a la puerta o la jamba y perforar su oreja con una lezna. Entonces será su siervo de por vida.”

Éx. 21:2-6

¿Qué están haciendo en estas leyes? Primero, se está dando un cambio fundamental en la naturaleza de la esclavitud. Ya no es un estado permanente, es una condición temporal. Un esclavo hebreo es liberado después de siete años. Él o ella sabe esto. El esclavo espera la libertad, no por un capricho del amo sino por mandato Divino. Cuando sabes que en un tiempo fijo serás libre, puedes ser un esclavo en el cuerpo pero en tu mente eres un ser humano libre que ha perdido temporalmente su libertad. Esto es revolucionario en sí mismo.

Sin embargo, esto solo no es suficiente. Seis años son un tiempo largo. De ahí la institución de Shabat, ordenado para que un día de cada siete un esclavo pudiera respirar aire libre: nadie podía ordenarle que trabaje:

Seis días trabajarás y harás todo tu trabajo, pero en el séptimo día es Shabat para el Señor tu Dios. En él no harás trabajo alguno, ni tú… ni tu siervo ni tu sierva… para que tu siervo y tu sierva puedan descansar, como tú lo haces. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido. Es por eso que el Señor tu Dios te ha ordenado observar el Shabat.

Deut. 5:12-14

Pero la Torá es consciente de que no todo esclavo desea la libertad. Esto también emerge de la historia de los israelitas. Más de una vez en el desierto los israelitas quisieron regresar a Egipto. Dijeron “Recordamos el pescado que comíamos gratis en Egipto, y también los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajo” (Núm. 11:5)

Como señala Rashi, la frase “gratis” (jinam) no puede ser entendida literalmente. Ellos pagaban por ello con su labor y sus vidas. “Gratis” significa “libre de mitzvot”, de mandamientos, de obligaciones y deberes. La libertad acarrea un precio más alto, es decir, la responsabilidad moral. Mucha gente ha demostrado lo que Erich Fromm llamó “el temor a la libertad.” Rousseau habló de “forzar a las personas a ser libres” – una visión que llevó con el tiempo al reino del terror después de la Revolución Francesa.

La Torá no fuerza a las personas a ser libres, pero sí insiste en un ritual de estigmatización. Si un esclavo se niega a ser liberado, su amo “debe llevarlo a la puerta o la jamba y perforar su oreja con una lezna.” Rashi explica:

¿Por qué se escogió la oreja por sobre todos los otros miembros del cuerpo? Dijo Rabbi Yojanán ben Zakai: …La oreja que escuchó en el Monte Sinaí: “Para Mí son siervos los hijos de Israel” y él, a pesar de ello, adquirió un amo para sí, ¡debe tener la oreja perforada! Rabbi Shimon expuso este versículo de una forma hermosa: ¿Por qué la puerta y las jambas son diferentes de otros objetos en la casa? En efecto, Dios dijo “La puerta y la jamba fueron testigos en Egipto cuando Yo pasé sobre el dintel y las jambas y dije: ‘Para Mí son siervos los hijos de Israel’, ellos son Mis siervos, no siervos de sirvientes, y aún así esta persona adquirió un amo para sí, debe (tener su oreja) perforada en su presencia.”

Un esclavo puede permanecer esclavo pero no sin que le sea recordado que eso no es lo que Dios quiere para Su pueblo. El resultado de estas leyes fue crear una dinámica que derivaría eventualmente en la abolición de la esclavitud, en un tiempo elegido por las personas.

Y así sucedió. Los cuáqueros, metodistas y evangélicos, más famosamente entre ellos William Wilberforce, quien lideró la campaña en Bretaña para abolir la trata de esclavos, estaban motivados por convicciones religiosas, inspirados no menos que por la narrativa del Éxodo, y por el desafío de Isaías de “proclamar la libertad para los cautivos y los prisioneros, una liberación de la oscuridad” (Is. 61:1).

La esclavitud fue abolida en los Estados Unidos solamente después de una guerra civil, y había quienes citaban la Biblia en defensa de la esclavitud. Como dijo Abraham Lincoln en su segunda inauguración:

“Ambos leen la misma Biblia y rezan al mismo Dios, y cada uno invoca Su ayuda contra el otro. Puede parecer extraño que un hombre se atreva a pedir la ayuda de un Dios justo para obtener su pan a través del sudor de otro hombre, pero no juzguemos, no sea que nosotros seamos juzgados.”

Sin embargo la esclavitud fue abolida en los Estados Unidos no menos debido a la afirmación en la Declaración de la Independencia de que “todos los hombres son creados iguales,” y son dotados por su Creador con derechos inalienables, entre ellos “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.” Jefferson, que escribió estas palabras, era él mismo propietario de esclavos. Tal es el poder latente de ideales que eventualmente las personas perciben que al insistir en su derecho a la libertad y dignidad mientras se lo niegan a otros, viven en una contradicción. Es en esos momentos en los que el cambio tiene lugar, y toma tiempo. Si la historia nos dice algo, es que Dios tiene paciencia, aunque a veces es puesta a prueba profundamente. Él quería que la esclavitud fuera abolida pero Él deseaba que fuera hecho por seres humanos libres, que lograron ver por su propia cuenta lo mala que es y el mal que hace. El Dios de la historia, que nos enseñó a estudiar historia, tenía fe en que eventualmente aprenderíamos la lección de la historia: que la libertad es indivisible. Debemos otorgar libertad a otros si de verdad la buscamos para nosotros mismos.


questions spanish table 5783 preguntas paea la mesa de shabat
  1. ¿Por qué crees que nuestras historias y memorias familiares nos ayudan a tomar mejores decisiones hoy?
  2. ¿Por qué algunas personas temen a la libertad y prefieren las restricciones, incluso cuando les es dada la opción de ser libres?
  3. ¿Por qué crees que Dios eligió la paciencia sobre la intervención inmediata al enfrentarse a las fallas morales de los seres humanos? ¿Han habido otros momentos en la Torá en que esto ha sucedido?

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