Entre la verdad y la paz

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Ki Tisá relata uno de los momentos más impactantes de los cuarenta años en el desierto. Menos de seis semanas después de la más grande revelación en la historia de la religión – el encuentro de Israel con Dios en el Monte Sinaí – ellos hicieron el Becerro de Oro. Esto era idolatría o estaba peligrosamente cerca de serlo, y provocó que Dios diga a Moshé, que estaba con Él en la montaña: “Ahora no intentes detenerMe cuando Yo despliegue mi ira contra ellos para destruirlos.” (Éx. 32:10)

Lo que quiero analizar aquí es el rol que jugó Aarón, ya que él era el líder de facto del pueblo en ausencia de Moshé, y fue a él a quién se acercaron los israelitas con su propuesta:

El pueblo comenzó a darse cuenta que Moshé estaba demorando mucho tiempo en bajar de la montaña. Ellos se reunieron alrededor de Aarón y le dijeron: “Haz un dios (o un oráculo) para que nos guíe. No sabemos qué le ha sucedido a Moshé, el hombre que nos sacó de Egipto.”

Éx. 32:1

Fue Aarón quién debió haber visto el peligro, Aarón quién debió haberlos detenido, Aarón quien debería haberles dicho que esperaran, que tuvieran paciencia y confianza. En su lugar, esto es lo que sucedió:

Aarón les respondió, “Tomen los aros de oro que sus esposas, sus hijos e hijas están usando, y traiganlos ante mí.” Entonces el pueblo tomó sus aros y los trajo ante Aarón. Él tomó lo que le habían entregado y le dio forma con un molde, e hizo un Becerro fundido. Ellos dijeron: “Israel, este es tu dios, que te sacó de Egipto.” Cuando Aarón vió esto, construyó un altar frente al becerro y anunció: “Mañana haremos una festividad ante el Señor.” Entonces, al día siguiente el pueblo se levantó temprano y sacrificaron ofrendas quemadas y presentaron ofrendas de paz. Después, se sentaron y comieron, bebieron y se levantaron para complacerse en juerga.

Éx. 32:2-6

La Torá misma parece culpar a Aarón, si no por lo que hizo al menos por lo que permitió que suceda:

Moshé vio que el pueblo estaba fuera de control y que Aarón les había permitido perder el control, viéndose así ridículo ante sus enemigos.

Éx. 32:25

Aarón no era una figura insignificante. Él había compartido la carga del liderazgo con Moshé. Ya se había convertido, o estaba por convertirse, en el Sumo Sacerdote. Entonces, ¿en qué estaba pensando cuando todo este drama se estaba desenvolviendo?

Esencialmente, hay tres líneas de defensa en el Midrash, el Zohar y los comentaristas medievales. La primera defensa, como sugiere el Zohar, es que Aarón estaba tratando de ganar tiempo. Sus acciones fueron una serie de tácticas para retrasar. Le pidió al pueblo que tomen los aros de oro de sus esposas, sus hijos y sus hijas, razonando para sí mismo: “Mientras están discutiendo con sus hijos y sus esposas acerca del oro, habrá un retraso y Moshé llegará.” Sus instrucciones de construir un altar y proclamar una festividad ante Dios el día siguiente, también tenía por objetivo ganar tiempo, ya que Aarón estaba convencido de que Moshé estaba en camino.

La segunda defensa la encontramos en el Talmud y se basa en el hecho de que cuando Moshé partió para ascender a la montaña dejó a cargo del pueblo no solo a Aarón sino también a Hur.(Éx. 24:14) Sin embargo, Hur no figura en la narrativa del Becerro de Oro. Según el Talmud, Hur se había opuesto al pueblo, diciéndoles que lo que estaban por hacer era errado, y el pueblo lo asesinó. Aarón vio esto y decidió que proseguir con la construcción del Becerro era el menor de dos males:

Aarón vió el cuerpo de Hur yaciendo frente a él y se dijo a sí mismo: Si no los obedezco, harán conmigo lo que hicieron con Hur, y así se cumplirá (el temor del) Profeta, “¿Acaso deben ser muertos el Sacerdote (Aarón) y el Profeta (Hur) en el Santuario de Dios?” (Lamentaciones 2:20). Si eso sucediera, ellos nunca serían perdonados. Es mejor dejarlos adorar al Becerro de Oro, por lo cual quizás aún tengan perdón a través del arrepentimiento.

Sanedrín 7a

El tercero, argumentado por Ibn Ezra, es que el Becerro no es un ídolo, y que lo que hicieron los israelitas, en ojos de Aarón, era permisible. Después de todo, la queja inicial fue “No tenemos idea que le ha sucedido a Moshé.” Ellos no querían un sustituto de Dios, sino un sustituto de Moshé, un oráculo, algo a través de lo cual pudieran discernir las instrucciones de Dios – similar a la función de los Urim y Tumim que fueron dados más adelante al Sumo Sacerdote. Aquellos que vieron al Becerro como un ídolo, diciendo: “Este es tu dios que te sacó de Egipto”, era sólo una pequeña minoría – tres mil de seiscientos mil – y por ellos no se podía culpar a Aarón.

Entonces hay un intento sistemático en la historia de la interpretación por mitigar o minimizar la culpabilidad de Aarón – claramente, ya que no encontramos en forma explícita que Aarón haya sido castigado por el Becerro de Oro (aunque Abarbanel sostiene que fue castigado más adelante). Sin embargo, con toda la generosidad que podemos sentir, es difícil no ver a Aarón como alguien débil, especialmente en la respuesta que da a Moshé cuando su hermano finalmente aparece y demanda una explicación:

“No te enojes, mi señor”, respondió Aarón, “sabes cuán propenso es este pueblo al mal. Ellos me dijeron ‘Haz para nosotros un dios que vaya delante nuestro…’ Entonces les dije: ‘Quien tenga joyas de oro, que se las quite.’ Y ellos me dieron el oro, yo lo tiré al fuego ¡y salió este Becerro!”

Éx. 32:22-24

Aquí hay más que solo una insinuación de las excusas que Saúl le dio a Samuel, explicando por qué no llevó a cabo las instrucciones del Profeta. Culpó al pueblo. Sugirió que no tenía opción. Fue pasivo. Pasaron cosas. Minimizó el significado de lo que había sucedido. Esto es debilidad, no liderazgo.

Lo que es realmente extraordinario, por lo tanto, es que la tradición hizo de Aarón un héroe, en las famosas palabras de Hillel:

Sé como los discípulos de Aarón, ama la paz, persigue la paz, ama a las personas y acércalas a la Torá.

Avot 1:12

Hay tradiciones hagádicas famosas acerca de cómo Aarón era capaz de convertir enemigos en amigos y pecadores en observantes de la ley. El Sifra dice que Aarón nunca dijo a nadie “has pecado” – aún más notable ya que una de las tareas del Sumo Sacerdote era, una vez al año en Iom Kipur, expiar los pecados de la nación. Sin embargo, nada de esto aparece en forma explícita en la Torá misma. La única prueba citada por los sabios en un pasaje en Malaji, el último de los profetas, que dice acerca del Kohen:

Mi pacto con él fue de vida y paz… Él caminó junto a Mí en paz y rectitud, y alejó a muchos del pecado.

Malaji 2:5-6

Pero Malaji habla del sacerdocio en general más que de la figura histórica de Aarón en particular. Quizás el pasaje más instructivo sea la discusión talmúdica (Sanedrín 6b) acerca de si la arbitración, como opuesto del litigio, es algo bueno o algo malo. El Talmud presenta esto como conflicto entre dos modelos, Moshé y Aarón:

El lema de Moshé era: Deja que la ley perfore la montaña. Aarón, por otro lado, amaba la paz y perseguía la paz y hacía la paz entre los hombres.

Moshé era un hombre de ley, Aarón de mediación (que no es lo mismo que arbitración, pero se lo considera como algo similar). Moshé era un hombre de la verdad, Aarón de la paz. Moshé buscaba justicia, Aarón buscaba resolver conflictos. Hay una diferencia real entre estos dos enfoques. Verdad, justicia, ley: estas son ecuaciones de suma cero. Si X es verdad, Y es falso. Si X está en lo cierto, Y está equivocado. Mediación, resolución de conflictos, compromiso, las virtudes de Aarón, son intentos de un resultado no-cero en que ambas partes sienten que han sido escuchadas y que su reclamo ha sido, al menos en parte, honrado.

El Talmud lo dice en forma brillante a través de un comentario a la frase “Juzga la verdad y la justicia de la paz en tus portones” (Zac. 8:16). Acerca de esto, el Talmud pregunta qué puede significar la frase “la justicia de la paz.” “Si hay justicia, no hay paz. Si hay paz, no hay justicia. ¿Qué es la ‘justicia de la paz’? Esto significa arbitración.”

Ahora volvamos a Moshé, Aarón y el Becerro de Oro. Aunque resulta claro que Dios y Moshé consideraban al Becerro como un pecado mayor, el deseo de Aarón de pacificar al pueblo – intentando retrasarlos, sintiendo que si él simplemente decía “no” lo hubieran matado y hubieran cometido el pecado de todos modos – no estaba completamente equivocado. Es cierto, en ese momento el pueblo necesitaba un Moshé, no un Aarón. Pero bajo otras circunstancias y a largo plazo los necesitaban a ambos: Moshé como la voz de la verdad y la justicia, Aarón con sus habilidades interpersonales para conciliar y hacer la paz.

Es así que Aarón eventualmente surgió, en la retrospectiva de la tradición, como el hacedor de paz. La paz no es sólo la virtud, y hacer la paz no es sólo tarea del liderazgo. Nunca debemos olvidar que cuando Aarón fue dejado a cargo del liderazgo, el pueblo hizo un Becerro de Oro. Pero nunca pienses, sin embargo, que una pasión por la verdad y la justicia es suficiente. Moshé necesitaba un Aarón que mantenga al pueblo unido. En pocas palabras, el liderazgo es la capacidad de mantener unidos diferentes temperamentos, voces contradictorias y valores contrapuestos.

Cada equipo de liderazgo necesita un Moshé y un Aarón, una voz de la verdad y una fuerza por la paz.

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  1. ¿Cómo ves las diferencias en los estilos de liderazgo de Moshé y Aarón, y cuál crees que es más efectivo?
  2. ¿Puedes pensar en una situación en la que el compromiso es más beneficioso que ponerse firme en principios?
  3. ¿Cómo podemos aplicar la idea de tener tanto un “Moshé” y un “Aarón” para crear un ambiente de equipo, como en un proyecto o en un equipo deportivo?