Cada viernes por la noche recreamos una de las escenas más conmovedoras en el libro de Génesis. Yaakov, reunido con Yosef, está enfermo. Yosef llega a visitarlo, trayendo consigo a sus dos hijos, Menashe y Efaim. Yaakov, con gran emoción dice:
“Nunca tuve esperanza de ver tu rostro… pero ahora Dios me ha permitido ver incluso a tus hijos.”
Gén. 48:11
Bendice a Yosef. A continuación, coloca sus manos sobre las cabezas de los dos niños.
Los bendijo en aquel día y dijo: “(En el futuro) Israel los usará a ustedes como una bendición. Dirán: ‘Quiera Dios que seas como Efraim y Menashe’”
Gén. 48:20
Y así hacemos en nuestros días, con esas mismas palabras. ¿Por qué esta bendición por sobre otras? Uno de los comentaristas (Yalkut Iehudá) sostiene que se debe a que Efraim y Menashe fueron los dos primeros niños judíos nacidos en el exilio. Entonces los padres judíos bendicen a sus hijos pidiendole a Dios que los ayude a mantener su identidad intacta a pesar de todas las tentaciones y distracciones de la vida en la diáspora.
Sin embargo, escuché una explicación hermosa, basada en el Zohar, de mi respetado predecesor Lord Jakobovits, de bendita memoria. Dijo que a pesar que hay muchas instancias en la Torá y el Tanaj en las que los padres bendicen a los hijos, este es el único ejemplo de un abuelo bendiciendo a un nieto.
Entre padres e hijos, dijo, usualmente hay tensiones. Los padres se preocupan por sus hijos. Los hijos a veces se rebelan contra sus padres. La relación no es siempre tranquila.
No es así con los nietos. Esta relación es una de amor, sin preocupaciones provocadas por la tensión o la ansiedad. Cuando un abuelo bendice a un nieto lo hace con todo su corazón. Es por eso que esta bendición de Yaakov a sus nietos se convirtió en el modelo de bendición a lo largo de las generaciones. Quienquiera que haya tenido el privilegio de tener nietos comprenderá inmediatamente la verdad y profundidad de esta explicación.
Los abuelos bendicen a sus nietos y son bendecidos por ellos. Este fenómeno es objeto de una diferencia de opinión fascinante entre el Talmud Babilónico y el Talmud Yerushalmi. El Talmud Babilónico dice:
Rabi Iehoshua ben Levi dijo: “Quien enseña Torá a su nieto es considerado como si hubiera recibido la Torá en el Monte Sinaí, como está escrito ‘Enseña a tus hijos y los hijos de tus hijos"'.
Deut. 4:10-11, Kidushin 30a
El Talmud Yerushalmi lo menciona en forma diferente. Rabi Iehoshua ben Levi solía escuchar a su nieto recitar la parasha semanal todos los viernes. Una semana entró a la casa de baños, y cuando ya había comenzado a bañarse recordó que aún no había escuchado la parasha semanal de su nieto. Entonces, se levantó inmediatamente para retirarse de la casa de baños… Entonces le preguntaron por qué se retiraba en medio de su baño, ya que la Mishná enseña que una vez que uno ha comenzado a bañarse el viernes por la tarde, uno no debe interrumpir el proceso. El respondió: “¿Es esto tan pequeño ante vuestros ojos? Ya que quien escucha la parasha de su nieto es como si la hubiera escuchado directamente en el Monte Sinaí.” (Yerushalmi Shabat 1:2)
Según el Talmud Babli, es un gran privilegio enseñar Torá a tus nietos. Según el Talmud Yerushalmi, el mayor privilegio es que tus nietos te enseñen Torá a ti. Esta es una discusión en la que ningún abuelo tendrá dificultad en decir que ambos son ciertos.
Mi fallecido padre, de bendita memoria, debió dejar la escuela a los 14 años para comenzar a trabajar para proveer para su familia, y como resultado nunca tuvo la educación judía o secular que habría deseado. Recuerdo en mi niñez que, mientras volvíamos a casa desde la sinagoga en Shabat por la mañana, yo tenía muchas preguntas. “Papá, ¿por qué hacemos esto?” “¿Por qué hicimos aquello?” Mi padre siempre solía darme la misma respuesta, y esa fue la respuesta que cambió mi vida. El dijo: “Jonathan, yo no tuve una educación judía, así que no puedo responder tus preguntas. Pero un día, tú tendrás la educación que yo no tuve. Y cuando eso suceda, tú me enseñaras a mi la respuesta a todas esas preguntas.”
El mayor regalo que le puedes dar a un hijo o un nieto es empoderarlos y permitirles enseñarte. Como padres, queremos darle todo a nuestros hijos. Una cosa que a veces olvidamos darles es la oportunidad de que ellos nos den algo a nosotros. Y eso, francamente, es la cosa más importante.
Dale a tus hijos y tus nietos el espacio para que ellos puedan darte a ti. Deja que ellos se vuelvan tus maestros y deja que ellos sean tu inspiración. Al hacerlo los ayudarás a ser las personas que están destinados a ser, y los ayudarás a crear las bendiciones que Dios desea que sean.
Con un exquisito sentido de la simetría, así como comenzamos Shabat con una bendición de un abuelo, lo terminamos, en arbit, con estas palabras:
Que vivas para ver a los hijos de tus hijos - haya paz en Israel.
Salmos 128:6
¿Cuál es la conexión entre los nietos y la paz? Es, ciertamente, que quien piensa en los nietos se preocupa por el futuro, y aquellos que piensan en el futuro hacen la paz. Son aquellos que piensan constantemente acerca del pasado, en el deprecio y la humillación y la venganza, los que hacen la guerra.
Yaakov vivió una vida repleta de conflictos y problemas. Sabía de venganza y guerra, de rencores y contiendas. Pero murió tranquilo, y lleno de bendiciones. Y antes de morir bendijo a sus hijos y sus nietos. Bendecir a los nietos y ser bendecidos por ellos, enseñarles y aprender de ellos – estos son los más grandes privilegios judios y el final tranquilo de la atribulada vida de Yaakov.
¿Cómo nos puede inspirar la historia de la bendición de Yaakov sobre sus nietos Efraim y Menashe a mantener nuestra identidad en momentos y lugares desafiantes?
¿Cómo puede la experiencia de estar en el exilio, como con Efraim y Menashe, impactar la identidad cultural y religiosa de una familia a lo largo del tiempo?
¿Cómo crees que bendecir a nuestros descendientes, como lo hizo Yaakov, influencia las tradiciones y valores familiares a lo largo de las generaciones?
Abuelos
פרשת ויחי
Listen
Read In
Download PDF
Share
Cada viernes por la noche recreamos una de las escenas más conmovedoras en el libro de Génesis. Yaakov, reunido con Yosef, está enfermo. Yosef llega a visitarlo, trayendo consigo a sus dos hijos, Menashe y Efaim. Yaakov, con gran emoción dice:
Bendice a Yosef. A continuación, coloca sus manos sobre las cabezas de los dos niños.
Y así hacemos en nuestros días, con esas mismas palabras. ¿Por qué esta bendición por sobre otras? Uno de los comentaristas (Yalkut Iehudá) sostiene que se debe a que Efraim y Menashe fueron los dos primeros niños judíos nacidos en el exilio. Entonces los padres judíos bendicen a sus hijos pidiendole a Dios que los ayude a mantener su identidad intacta a pesar de todas las tentaciones y distracciones de la vida en la diáspora.
Sin embargo, escuché una explicación hermosa, basada en el Zohar, de mi respetado predecesor Lord Jakobovits, de bendita memoria. Dijo que a pesar que hay muchas instancias en la Torá y el Tanaj en las que los padres bendicen a los hijos, este es el único ejemplo de un abuelo bendiciendo a un nieto.
Entre padres e hijos, dijo, usualmente hay tensiones. Los padres se preocupan por sus hijos. Los hijos a veces se rebelan contra sus padres. La relación no es siempre tranquila.
No es así con los nietos. Esta relación es una de amor, sin preocupaciones provocadas por la tensión o la ansiedad. Cuando un abuelo bendice a un nieto lo hace con todo su corazón. Es por eso que esta bendición de Yaakov a sus nietos se convirtió en el modelo de bendición a lo largo de las generaciones. Quienquiera que haya tenido el privilegio de tener nietos comprenderá inmediatamente la verdad y profundidad de esta explicación.
Los abuelos bendicen a sus nietos y son bendecidos por ellos. Este fenómeno es objeto de una diferencia de opinión fascinante entre el Talmud Babilónico y el Talmud Yerushalmi. El Talmud Babilónico dice:
El Talmud Yerushalmi lo menciona en forma diferente. Rabi Iehoshua ben Levi solía escuchar a su nieto recitar la parasha semanal todos los viernes. Una semana entró a la casa de baños, y cuando ya había comenzado a bañarse recordó que aún no había escuchado la parasha semanal de su nieto. Entonces, se levantó inmediatamente para retirarse de la casa de baños… Entonces le preguntaron por qué se retiraba en medio de su baño, ya que la Mishná enseña que una vez que uno ha comenzado a bañarse el viernes por la tarde, uno no debe interrumpir el proceso. El respondió: “¿Es esto tan pequeño ante vuestros ojos? Ya que quien escucha la parasha de su nieto es como si la hubiera escuchado directamente en el Monte Sinaí.” (Yerushalmi Shabat 1:2)
Según el Talmud Babli, es un gran privilegio enseñar Torá a tus nietos. Según el Talmud Yerushalmi, el mayor privilegio es que tus nietos te enseñen Torá a ti. Esta es una discusión en la que ningún abuelo tendrá dificultad en decir que ambos son ciertos.
Mi fallecido padre, de bendita memoria, debió dejar la escuela a los 14 años para comenzar a trabajar para proveer para su familia, y como resultado nunca tuvo la educación judía o secular que habría deseado. Recuerdo en mi niñez que, mientras volvíamos a casa desde la sinagoga en Shabat por la mañana, yo tenía muchas preguntas. “Papá, ¿por qué hacemos esto?” “¿Por qué hicimos aquello?” Mi padre siempre solía darme la misma respuesta, y esa fue la respuesta que cambió mi vida. El dijo: “Jonathan, yo no tuve una educación judía, así que no puedo responder tus preguntas. Pero un día, tú tendrás la educación que yo no tuve. Y cuando eso suceda, tú me enseñaras a mi la respuesta a todas esas preguntas.”
El mayor regalo que le puedes dar a un hijo o un nieto es empoderarlos y permitirles enseñarte. Como padres, queremos darle todo a nuestros hijos. Una cosa que a veces olvidamos darles es la oportunidad de que ellos nos den algo a nosotros. Y eso, francamente, es la cosa más importante.
Dale a tus hijos y tus nietos el espacio para que ellos puedan darte a ti. Deja que ellos se vuelvan tus maestros y deja que ellos sean tu inspiración. Al hacerlo los ayudarás a ser las personas que están destinados a ser, y los ayudarás a crear las bendiciones que Dios desea que sean.
Con un exquisito sentido de la simetría, así como comenzamos Shabat con una bendición de un abuelo, lo terminamos, en arbit, con estas palabras:
¿Cuál es la conexión entre los nietos y la paz? Es, ciertamente, que quien piensa en los nietos se preocupa por el futuro, y aquellos que piensan en el futuro hacen la paz. Son aquellos que piensan constantemente acerca del pasado, en el deprecio y la humillación y la venganza, los que hacen la guerra.
Yaakov vivió una vida repleta de conflictos y problemas. Sabía de venganza y guerra, de rencores y contiendas. Pero murió tranquilo, y lleno de bendiciones. Y antes de morir bendijo a sus hijos y sus nietos. Bendecir a los nietos y ser bendecidos por ellos, enseñarles y aprender de ellos – estos son los más grandes privilegios judios y el final tranquilo de la atribulada vida de Yaakov.