Escucha estas historias. Detrás de ellas yace una percepción acerca de la naturaleza de la ética judía:
Historia 1. Rabi Aba solía sujetar dinero a su bufanda, arrojarla sobre su espalda, y dejarla a disposición de los pobres. (Ketubot 67b)
Historia 2. Mar Ukba tenía un pobre en su vecindario al que solía arrojar cuatro monedas en el zócalo de su puerta cada día. Una vez el hombre pobre pensó “Iré y veré quién me hace esta bondad.” Ese día Mar Ukba se quedó hasta tarde en la casa de estudio, y su esposa estaba regresando a su casa con él. Tan pronto como el hombre pobre los vió mover su puerta (para dejar las monedas) corrió tras ellos, pero ellos escaparon de él y se escondieron. ¿Por qué hicieron esto? Porque fue enseñado: Uno debe arrojarse a un horno encendido antes de avergonzar a su prójimo en público. (Ketubot 67b)
Historia 3. Cuando Rabi Yona veía a un hombre de una buena familia que había perdido su dinero y estaba avergonzado de aceptar caridad, se acercaba a él y le decía: “He oído que una herencia te ha sido otorgada en una ciudad al otro lado del mar. Entonces aquí tienes un artículo de valor. Véndelo y usa las ganancias. Cuando tengas los medios, me podrás pagar.” Tan pronto como el hombre lo tomaba, Rabi Yona decía: “Es tuyo para que lo conserves como un regalo.” (Vaikrá Rabá 34:1)
Estas historias están profundamente conectadas con la mitzvá de tzedaká, cuya fuente es la parashá de esta semana:
Si alguien es pobre entre tus correligionarios israelitas en cualquiera de las ciudades de la tierra que el Señor tu Dios te está dando, no seas de corazón duro o puño cerrado hacia ellos. Por el contrario, abre tu mano y entrégale libremente lo que necesiten.
Deut. 15:7-8
Dale generosamente y hazlo sin rencor en tu corazón, ya que de esto el Señor tu Dios te bendecirá en todo tu trabajo y en todo en lo que ocupes tus manos. Siempre habrá pobres en la tierra. Por lo tanto te ordeno que abras tu mano hacia tus correligionarios israelitas que son pobres y están necesitados en tu tierra.
Deut. 15:10-11
Lo que tenemos aquí es un programa único y extraordinario de erradicación de la pobreza.
El primer hecho extraordinario acerca de las leyes de tzedaká es el concepto mismo, como está articulado en la Tradición Oral. Tzedaká no significa “caridad”. Vemos esto inmediatamente en la forma de una ley inconcebible en otro sistema moral:
Alguien que no desea dar tzedaká o da menos de lo que es apropiado puede ser obligado a hacerlo por una corte de ley judía.
Maimónides, Leyes de regalos a los pobres, 7:10
La caridad es siempre voluntaria. La tzedaká es obligatoria. Por lo tanto la tzedaká no significa caridad. La traducción más cercana al español es justicia social.
El segundo es el principio evidente en las tres historias presentadas anteriormente. La pobreza en el judaísmo es concebida no meramente en términos materiales: el pobre carece de medios de sustento. También es concebida en términos psicológicos. La pobreza humilla. Roba a las personas su dignidad. Los hace dependientes de otros – privándolos de la independencia que la Torá considera esencial para el auto-respeto.
Esta percepción psicológica profunda está expresada con elocuencia en el tercer párrafo de la Bendición después de la comida:
Por favor, Señor nuestro Dios, no nos hagas dependientes de los regalos o préstamos de otras personas, pero sólo de Tú llena, abierta, sagrada y generosa mano para que no suframos vergüenza o humillación por siempre y todos los tiempos.
Como resultado, la ley judía se centra no sólo en cuánto debemos dar sino también en la forma en que lo hacemos. Idealmente el donante no debe saber a quién está donando (historia 1), ni el receptor debe saber de quién recibe (historia 2). La tercera historia ejemplifica otro principio:
Si una persona pobre no quiere aceptar tzedaká, debemos practicar una forma de engaño (bondadoso) y darle bajo la apariencia de un préstamo.
Leyes de regalos a los pobres, 7:9
Maimónides resume el principio general de la siguiente manera:
Quien da caridad a los pobres con mala gracia y ojos desatentos ha perdido todo el mérito de su acción así le haya dado mil piezas de oro. Debe dar con buena gracia y con alegría y debería simpatizar con ellos en su sufrimiento, como fue dicho: “¿No he llorado por aquellos en apuros? ¿No ha llorado mi alma por los pobres?” (Job 30:25)
Leyes de regalos a los pobres, 10:4
Esta es la lógica detrás de dos leyes que de otra manera serían inexplicables. La primera es:
Incluso un pobre que depende de la tzedaká está obligado a dar tzedaká.
Leyes de regalos a los pobres, 7:5
La ley parece absurda. ¿Por qué debemos dar dinero a los pobres para que ellos puedan darlo a los pobres? Esto tiene sentido sólo bajo esta premisa, que dar es esencial para la dignidad humana y la tzedaká es la obligación para asegurar que todos tienen esa dignidad.
La segunda es este famoso decreto de Maimónides:
El nivel más alto de caridad, superado por ningún otro, es cuando una persona asiste a un judío pobre proveyéndole un regalo o un prestamo o aceptándolo como socio en su negocio o ayudándolo a conseguir un trabajo – en otras palabras poniéndolo en una situación en que puede prescindir de la ayuda de otras personas.
Leyes de regalos a los pobres, 10:7
Darle trabajo a alguien o tomarlo como socio no sería considerado caridad normalmente. No te cuesta nada. Pero esto sirve para reforzar la visión de que tzedaká no significa caridad. Significa darle a la personas los medios para vivir una vida digna, y dentro del sistema de valores judío cualquier forma de empleo es más dignificante que la dependencia.
Tenemos en este decreto de Maimónides en el siglo XII el principio que Muhammad Yunus redescubrió en nuestro tiempo, y por el cual le fue otorgado el Premio Nobel: la idea de pequeños préstamos que le permitan a las personas pobres comenzar un pequeño negocio. Es una idea muy poderosa.
En contradicción a muchos otros sistemas religiosos, el judaísmo se rehusó a romantizar la pobreza o anestesiar su dolor. La fe no es lo que Karl Marx llamó “el opio de los pueblos". Los rabinos se rehusaron a ver a la pobreza como un estado bendecido, una aflicción para ser soportada con aceptación y gracia. En su lugar, los rabinos lo llamaron “un tipo de muerte” y “peor que cincuenta plagas”. Dijeron: “Nada es más difícil de soportar que la pobreza, porque aquel que es aplastado por la pobreza es como si todos los problemas del mundo recayeran sobre él y sobre el cual descendieron todas las maldiciones de Deuteronomio. Si todos los otros problemas fueran puestos de un lado y la pobreza en el otro, la pobreza los sobrepasaría a todos.”
Maimónides fue al corazón del asunto cuando dijo:
El bienestar del alma sólo puede ser obtenido después de que el cuerpo ha sido asegurado.
Guía de los perplejos 3:27
La pobreza no es un estado noble. No puedes alcanzar alturas espirituales si no tienes comida que comer, no tienes un techo sobre tu cabeza, si careces de acceso a atención médica, o si estás acosado por preocupaciones financieras. No conozco un enfoque más sano a la pobreza, el bienestar y la justicia social que el del judaísmo. Sin igual en su tiempo, sigue siendo el referente de una sociedad decente hasta el día de hoy.
¿Cuáles son las diferencias claves entre la caridad y la justicia social en el judaísmo?
Si no tienes los medios económicos, ¿de qué otra forma puedes “dar tzedaká”?
¿Por qué crees que hay tanto énfasis en preservar la dignidad individual al dar tzedaká?
Haciendo que la pobreza pase a la historia
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Escucha estas historias. Detrás de ellas yace una percepción acerca de la naturaleza de la ética judía:
Historia 1. Rabi Aba solía sujetar dinero a su bufanda, arrojarla sobre su espalda, y dejarla a disposición de los pobres. (Ketubot 67b)
Historia 2. Mar Ukba tenía un pobre en su vecindario al que solía arrojar cuatro monedas en el zócalo de su puerta cada día. Una vez el hombre pobre pensó “Iré y veré quién me hace esta bondad.” Ese día Mar Ukba se quedó hasta tarde en la casa de estudio, y su esposa estaba regresando a su casa con él. Tan pronto como el hombre pobre los vió mover su puerta (para dejar las monedas) corrió tras ellos, pero ellos escaparon de él y se escondieron. ¿Por qué hicieron esto? Porque fue enseñado: Uno debe arrojarse a un horno encendido antes de avergonzar a su prójimo en público. (Ketubot 67b)
Historia 3. Cuando Rabi Yona veía a un hombre de una buena familia que había perdido su dinero y estaba avergonzado de aceptar caridad, se acercaba a él y le decía: “He oído que una herencia te ha sido otorgada en una ciudad al otro lado del mar. Entonces aquí tienes un artículo de valor. Véndelo y usa las ganancias. Cuando tengas los medios, me podrás pagar.” Tan pronto como el hombre lo tomaba, Rabi Yona decía: “Es tuyo para que lo conserves como un regalo.” (Vaikrá Rabá 34:1)
Estas historias están profundamente conectadas con la mitzvá de tzedaká, cuya fuente es la parashá de esta semana:
Lo que tenemos aquí es un programa único y extraordinario de erradicación de la pobreza.
El primer hecho extraordinario acerca de las leyes de tzedaká es el concepto mismo, como está articulado en la Tradición Oral. Tzedaká no significa “caridad”. Vemos esto inmediatamente en la forma de una ley inconcebible en otro sistema moral:
La caridad es siempre voluntaria. La tzedaká es obligatoria. Por lo tanto la tzedaká no significa caridad. La traducción más cercana al español es justicia social.
El segundo es el principio evidente en las tres historias presentadas anteriormente. La pobreza en el judaísmo es concebida no meramente en términos materiales: el pobre carece de medios de sustento. También es concebida en términos psicológicos. La pobreza humilla. Roba a las personas su dignidad. Los hace dependientes de otros – privándolos de la independencia que la Torá considera esencial para el auto-respeto.
Esta percepción psicológica profunda está expresada con elocuencia en el tercer párrafo de la Bendición después de la comida:
Como resultado, la ley judía se centra no sólo en cuánto debemos dar sino también en la forma en que lo hacemos. Idealmente el donante no debe saber a quién está donando (historia 1), ni el receptor debe saber de quién recibe (historia 2). La tercera historia ejemplifica otro principio:
Maimónides resume el principio general de la siguiente manera:
Esta es la lógica detrás de dos leyes que de otra manera serían inexplicables. La primera es:
La ley parece absurda. ¿Por qué debemos dar dinero a los pobres para que ellos puedan darlo a los pobres? Esto tiene sentido sólo bajo esta premisa, que dar es esencial para la dignidad humana y la tzedaká es la obligación para asegurar que todos tienen esa dignidad.
La segunda es este famoso decreto de Maimónides:
Darle trabajo a alguien o tomarlo como socio no sería considerado caridad normalmente. No te cuesta nada. Pero esto sirve para reforzar la visión de que tzedaká no significa caridad. Significa darle a la personas los medios para vivir una vida digna, y dentro del sistema de valores judío cualquier forma de empleo es más dignificante que la dependencia.
Tenemos en este decreto de Maimónides en el siglo XII el principio que Muhammad Yunus redescubrió en nuestro tiempo, y por el cual le fue otorgado el Premio Nobel: la idea de pequeños préstamos que le permitan a las personas pobres comenzar un pequeño negocio. Es una idea muy poderosa.
En contradicción a muchos otros sistemas religiosos, el judaísmo se rehusó a romantizar la pobreza o anestesiar su dolor. La fe no es lo que Karl Marx llamó “el opio de los pueblos". Los rabinos se rehusaron a ver a la pobreza como un estado bendecido, una aflicción para ser soportada con aceptación y gracia. En su lugar, los rabinos lo llamaron “un tipo de muerte” y “peor que cincuenta plagas”. Dijeron: “Nada es más difícil de soportar que la pobreza, porque aquel que es aplastado por la pobreza es como si todos los problemas del mundo recayeran sobre él y sobre el cual descendieron todas las maldiciones de Deuteronomio. Si todos los otros problemas fueran puestos de un lado y la pobreza en el otro, la pobreza los sobrepasaría a todos.”
Maimónides fue al corazón del asunto cuando dijo:
La pobreza no es un estado noble. No puedes alcanzar alturas espirituales si no tienes comida que comer, no tienes un techo sobre tu cabeza, si careces de acceso a atención médica, o si estás acosado por preocupaciones financieras. No conozco un enfoque más sano a la pobreza, el bienestar y la justicia social que el del judaísmo. Sin igual en su tiempo, sigue siendo el referente de una sociedad decente hasta el día de hoy.
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