Tres pasos para la humanidad

Giant leaps for mankind. Astronauts jumping on the moon. Image created by The Rabbi Sacks Legacy

En su introducción a la versión del Consejo Rabínico de América del Sidur Artscroll, el Rabino Saúl Berman escribió un hermoso ensayo acerca de la primera palabra de la parashá de esta semana, vaigash, “Y se acercó.” Ya que su trabajo no está disponible fuera de los Estados Unidos, voy a resumir su ensayo aquí.

Acostumbramos a dar tres pasos hacia adelante antes de comenzar la amidá, la “plegaria de pie.” Estos pasos simbolizan un acercamiento formal a la Presencia Divina. Es como si hubiéramos sido conducidos a la cámara más interna del palacio, y nos “acercamos” a presentar nuestra petición al Rey de reyes supremo.

R. Eleazar ben Yehuda (c. 1165 - c. 1230), autor del Sefer Rokeaj, hizo la fascinante sugerencia de que esos tres pasos corresponden a las tres veces que la palabra vaigash, “y se acercó”, es usada en conexión a la plegaria en la Biblia Hebrea.

La primera vez es el momento en que Abraham escucha la intención de Dios de destruir Sodoma y Gomorra y las ciudades de la planicie. “Abraham se acercó (vaigash) y dijo: ¿Vas a destruir a los justos junto a los malvados?... ¿Acaso el Juez de toda la tierra no hará justicia?” (Gén. 18:23-25).

La segunda ocurre en la parashá de esta semana. La copa de plata de Yosef fue hallada en la bolsa de Benjamín, tal como él pretendía. Yosef, cuya verdadera identidad era aún desconocida para sus hermanos, dice que Benjamín será retenido como su esclavo. Los demás son libres de irse. Yehudá, habiendo dado a Yaakov su garantía personal sobre el retorno seguro de Benjamín, ruega por la liberación de su hermano. “Entonces Yehudá se acercó (vaigash) a él y dijo: Por favor, mi señor, deja a tu siervo hablar una palabra con mi señor” (Gén. 44:18).

La tercera aparece en la gran confrontación entre el profeta Elías y los 450 falsos profetas de Baal en el Monte Carmel. Elías propone una prueba. Que cada parte prepare un sacrificio y llame en nombre de su deidad. El que envíe el fuego es el Dios verdadero. Los 450 profetas lo hacen. Preparan el sacrificio y le piden a Baal que mande el fuego. Nada sucede. Claman durante todo el día, gritando, bailando salvajemente, lacerando sus cuerpos y empujándose hacia un frenesí pero no viene ningún fuego. Entonces “Elías se acercó (vaigash) y rezó: O Señor, Dios de Abraham, Itzjak e Israel, que se sepa hoy que Tú eres Dios en Israel y que yo soy Tu siervo y he hecho todas estas cosas bajo Tu mandamiento.” El fuego desciende, y las personas caen al piso diciendo: “El Señor, Él es Dios. El señor, Él es Dios” (Reyes I 18). Recitamos esta frase siete veces en el clímax de Neilá en Iom Kipur.

Tres acercamientos, tres rezos, pero muy diferentes el uno del otro. Abraham reza por justicia. Yehudá reza por misericordia. Elías reza para que Dios se revele a Sí Mismo.

Abraham reza por extraños – los pueblos de la planicie. Sabemos que son malvados. La Torá nos lo había dicho mucho antes, cuando Lot se separó por primera vez de Abraham para hacer su hogar en Sodoma (Gén. 13:13). Sin embargo Abraham está preocupado por su destino. Intercede en su defensa. Abraham habla en nombre del pacto de la solidaridad humana.

Yehudá suplica a Yosef por el bien de su hermano Benjamín y su padre Yaakov que sabe que no podrá soportar la pérdida de otro hijo amado. Habla en nombre de la familia y su integridad, los lazos emocionales que unen a aquellos que comparten una ascendencia común.

Elías habla a Dios, por así decirlo, por el bien de Dios. Desea que el pueblo renuncie a la idolatría y regrese a su fe ancestral – la del Dios verdadero que los rescató de Egipto y los tomó Él Mismo con amor. Su principal preocupación es la soberanía de Dios sobre el pueblo. Más adelante, cuando Dios se revela en el Monte Horeb, Elías dice: “He sido muy celoso por el Señor Dios Todopoderoso.” Habla por el honor de Dios Mismo.

Sus posturas también son diferentes. Abraham, en el curso de su plegaria, se llama a sí mismo “nada más que polvo y cenizas.” Yehudá se describe a sí mismo como “siervo” en presencia de un gobernante. Elías se describe a sí mismo como profeta, “yo soy el único profeta de Dios que queda.” Abraham representa nuestro sentido de asombro en presencia del infinito, Yehudá la humildad frente a la majestuosidad, Elías la grandeza y la dignidad de aquellos que son portadores de la palabra Divina.

Hay ecos de estos encuentros en los primeros tres párrafos de la Amidá. El primero es acerca de los patriarcas. Dios “recuerda las buenas acciones de los padres.” Esto nos recuerda la plegaria de Abraham.

El segundo es acerca de la Guevurá, la gobernanza del universo por parte de Dios, “apoyando a los caídos, curando a los enfermos, liberando a los cautivos y manteniendo la fe con aquellos que yacen en el polvo.” Cuando lo recitamos, somos como Yehudá parado frente a Yosef, un siervo o súbdito en presencia de la soberanía y el poder.

El tercero es acerca de Kedushat Hashem, “la santidad del nombre de Dios,” es decir el reconocimiento de Dios por parte de los seres humanos. Cuando un acto hace que las personas sean conscientes de la existencia de Dios, lo llamamos Kidush Hashem. Eso es precisamente lo que Elías pretendía hacer en el Monte Carmel, y tuvo éxito.

Estas tres plegarias – cada una un momento histórico en el despliegue del espíritu humano hacia Dios – representan el espectro completo de emociones y preocupaciones que llevamos con nosotros al acto de rezar. Cada una es introducida por la palabra vaigash, “y se acercó, dio un paso al frente.” Cuando damos tres pasos al frente al comienzo de cada plegaria, estamos recreando los pasos de tres gigantes del espíritu, Abraham, Yehudá y Elías, representando sus grandes encuentros con Dios.

El 21 de julio de 1969 Neil Armstrong, el primer ser humano en dar un paso en la luna, dijo la famosa frase: “un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad.” Nuestros tres pasos hacia el cielo representan tres no menos históricos saltos para la humanidad.


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  1. ¿Puedes pensar de otros momentos en el Tanaj que alguien se “acercó” a Dios (no necesariamente con vaigash)?
  2. ¿Qué pasos podrías dar en tu propia vida para “acercarte” a Dios, y cómo se vería esto en tu rutina diaria?
  3. ¿Cómo te has acercado a Dios durante los momentos en que Lo llamaste en tus tefilot?

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